Barucho.
Entraba con el corazón estremecido por el recuerdo de tal osadía.
Se respiraba todavía la mezcla sin censura de una loca travesía.
Recordaba que nada importaba, si estabas de nuevo haciéndome compañía.
Me miraron extrañados esos estudiantes, exactamente como ese día.
Y ahí seguía también en una pared, dibujado el Che impávido mirándome como en nuestro día.
Todo en mi se lleno de la misma dulzura que un día.
Si hasta la misma chica me trajo la cerveza que no me tomaría.
Y frente a esa espuma que se desvanecía como la vida mía, me dí cuenta que ya nada era como aquel día.
Deje el viejo bar atrás, tal como lo hice un día.
Pero esta vez sola, no estabas para hacerme compañía.
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